Otros crímenes de archivo

Proyecto presentado en la Muestra TEST 2019,Villarreal, y en la
Biennal de Mislata Miquel Navarro 2019.




Óleo, esmalte y spray sobre lino
110 x 200 cm / 150 x 200 cm / 110 x 200 cm

Instalación con proyector de diapositivas e impresiones digitales.
Tamaños variables.




Documentos subjetivados

La aportación definitiva de las vanguardias al arte, y no solo al de su tiempo, supuso el cuestionamiento de los grandes relatos y su desmoronamiento por derrumbe. Esto también supuso su fracaso, tal como han apuntado varios historiadores, entre ellos Eric Hobsbawm, que otorga a las vanguardias un fracaso doble. Debido precisamente al motor que supuso la modernidad, el arte contemporáneo se quedó sin campo de juego con la pintura para reflejar esa «expresión de los tiempos» que, sin embargo, perdura no solo por su necesidad de seguir apuntando elementos estéticos que dialoguen con su historia, sino –y desde mi punto de vista sobre todo– por su vinculación directa con la escritura y, a su vez, con el pensamiento. De ahí que no sea en absoluto extraño que una parte importante de la práctica pictórica actual muestre precisamente textos maquetados o no, documentación, portadas de libros, periódicos, combinación de imágenes con tipografía, collages… pero siempre pintados, en una especie de extra time de la pintura; una prórroga o enésima oportunidad de seguir siendo contemporánea, a partir de elementos que devienen tema y técnica en sí mismos.

En esta línea, Ana Císcar compone, por un lado, una serie de collages a partir de imágenes de archivo; por otro lado, algunos de estos acaban siendo pintados a un tamaño mayor, ampliados como una reproducción técnica de tintes publicitarios. Las composiciones evitan la complacencia y, en general, hay elementos tapados por la presencia de otros, girados 90 o 180 grados y superpuestos. Del mismo modo que la información sobre algunos trasuntos históricos nos llega deformada, parcialmente negada, cuestionada en su veracidad, así las pinturas intentan mostrar un descoloque y un cierto desfase a propósito de estas informaciones. La serie de obras englobadas bajo el sugerente título Otros crímenes de archivo muestra escenas y documentación sobre el secuestro de obras de arte, tapices, antigüedades y, en general, elementos de valor que los nazis tomaban de sus prisioneros, generalmente judíos, en los países que iban conquistando durante la Segunda Guerra Mundial. El cuerpo especial encargado de realizar esta exhaustiva y sanguinaria labor (ERR – Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg) estaba comandado por el ideólogo de Hitler, Alfred Rosenberg, y, como se sabe, no pocas colecciones aún vigentes vienen de esos polvos, que cuentan con el beneplácito de la particular neutralidad de los bancos suizos.

Además de la elección temática y de la composición de las obras, hay un aspecto fundamental en el trabajo de Ana Císcar. Sus cuadros representan fotografías o escenas que hablan sobre la pervivencia de la pintura en un momento muy concreto de su historia, cuando la destrucción, o cuando menos su desaparición, rondaba a los mejores ejemplos del arte de todos los tiempos. El afán destructor de los nazis siempre fue unido a su obsesión por documentar y anotar hasta el último detalle. La destrucción (o el secuestro de obras de arte) no era tal si no se certificaba. La artista parece querer actualizar el hecho pictórico a partir de la actualización de un hecho histórico fundamental para la pervivencia de la pintura. El concepto que Peter Osborne otorga a la fotografía contemporánea para analizarla desde ese punto, lo que ha denominado fotografía postconceptual, puede perfectamente aplicarse al tipo de pintura que Ana Císcar realiza. Todavía inspirada por otros autores, interesada en temas de histórica actualidad, su trabajo aporta una página más, nueva y en proceso de consolidación, en este capítulo apasionante de la pintura como documento subjetivado.

Álvaro de los Ángeles